Estrés, mediador entre el nivel socioeconómico y las funciones cognitivas

Mensaje trasladado desde el antiguo blog. Originalmente publicado abril 26, 2018.




¿Qué es estrés?
La palabra “estrés” es probablemente una de las palabras de más frecuente uso en la actualidad. Normalmente, cuando hablamos de estrés, nos referimos al estrés psicológico; un estado de agobio o angustia que se produce cuando sentimos que nuestras capacidades, recursos y energía no son suficientes para enfrentar los desafíos y demandas que se nos presentan (Lazarus, 1966). A lo largo de nuestras vidas, son muchas las situaciones que nos generan este sentimiento: desde situaciones cotidianas tales como la acumulación de tareas en la escuela o el trabajo y los conflictos recurrentes con familiares o amigos; hasta situaciones graves y menos comunes como la pérdida de un ser querido y la pérdida de trabajo. Incluso situaciones positivas tales como graduarse y obtener un nuevo empleo pueden provocarnos estrés.

¿Cómo reacciona nuestro cuerpo frente al estrés?
Cuando estamos sometidos a una situación estresante, nuestro organismo envía señales que activan el sistema nervioso simpático y el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA). El eje HHA es una parte fundamental del sistema neuroendocrino y uno de los principales sistemas de respuesta al estrés del cuerpo humano. Una vez que la señal de estrés ha sido emitida, esta es recibida por el núcleo paraventricular del hipotálamo el cual secreta la hormona liberadora de corticotropina (CRH). La CRH entonces, es transportada al lóbulo anterior de la glándula pituitaria, el cual produce y libera la hormona adrenocorticótropa (ACTH) en la sangre. Finalmente, la ACTH circulante estimula la producción de la hormona glucocorticoide cortisol en las glándulas adrenales. 
A nivel del eje HHA, el incremento de cortisol empieza un ciclo de retroalimentación negativo que busca devolver el cuerpo a un estado de equilibrio una vez finalizado el estímulo estresor. Para esto, el cortisol actúa sobre los receptores glucocorticoides del hipotálamo, hipocampo y corteza prefrontal para inhibir la aún más producción de CRH en el hipotálamo. Además, el cortisol que circula en la sangre está involucrado en varios procesos del cuerpo humano tales como el metabolismo de la glucosa y la grasa, el metabolismo de los huesos, la capacidad de respuesta cardiovascular y la función inmune (Frodl & O’Keane, 2013; Herman et al., 2016). 

¿Cuáles son los efectos del estrés a corto y largo plazo?
A corto plazo, la activación del eje HHA y el correspondiente incremento de cortisol en la sangre son positivos para nosotros pues nos ayudan a responder rápidamente a situaciones inminentes que amenazan nuestra supervivencia. Esto se logra principalmente a través de dos mecanismos: 1) la distribución de energía del cuerpo se reorganiza, dando prioridad al cerebro y músculos, y suspendiendo actividades como la digestión y la reproducción, y 2) la energía almacenada en el cuerpo se vuelve disponible para su uso inmediato. Por ejemplo, si vemos a alguien que creemos que nos podría asaltar, el cortisol va a incrementar nuestro ritmo cardíaco y a redistribuir nuestro flujo sanguíneo, incrementando la irrigación de los músculos que necesitaremos para echar a correr. Si nuestro estrés es originado por un examen el día siguiente para el cual aún no hemos empezado a estudiar, la respuesta del estrés se va a manifestar como energía extra y concentración incrementada para revisar todas las diapositivas rápidamente. 

El problema surge cuando nuestros niveles de estrés se mantienen elevados por un largo período de tiempo, lo que se conoce como estrés crónico. El estrés crónico está relacionado con varios problemas de salud como enfermedades cardíacas y úlceras, mayor vulnerabilidad contra la gripe común y la exacerbación de enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple. 

 Además, desde el punto de vista psicológico, el estrés crónico incrementa el riesgo de padecer desórdenes de ansiedad y depresión y está relacionado con un incremento en el consumo de tabaco y alcohol, así como también con desórdenes alimenticios (Schneiderman, Ironson, & Siegel, 2005).

¿Cuál es la relación entre el estrés y el nivel socioeconómico?
A pesar de que todos somos susceptibles a padecer de estrés, un grupo especialmente vulnerable es el compuesto por niños y adolescentes de bajo nivel socioeconómico. Estos niños y adolescentes son más propensos a experimentar estresores crónicos tales como viviendas precarias, violencia en el barrio y en el hogar, una crianza severa, padres ausentes, instituciones educativas de baja calidad, entre otros. Y, de hecho, estudios previos indican una fuerte correlación negativa entre el nivel socioeconómico y los niveles de cortisol. Niños y adolescentes de bajo nivel socio económico muestran mayores niveles de cortisol y viceversa. Este efecto se refleja tanto en pruebas de cortisol en saliva (Lupien et al., 2000), como en pruebas de cortisol en el cabello (Vliegenthart et al., 2016). La concentración de cortisol en el cabello es un buen marcador de estrés crónico porque, ya que el cabello crece alrededor de 1 centímetro por mes, una muestra de cabello puede proveer un calendario mensual retrospectivo de la producción de cortisol (Maneschijn et al., 2011; Stalder & Kirschbaum, 2012). La correlación entre el estrés crónico y el nivel socioeconómico de niños y adolescentes es de particular importancia, ya que sus cerebros aún están en proceso de desarrollo.

¿Cuál es la relación entre el estrés y las funciones cognitivas?
A parte de estar relacionado con la salud y el nivel socioeconómico, también se ha demostrado que el estrés altera de forma significativa las funciones cognitivas de las personas. Un reciente meta análisis llevado a cabo por Shields, Sazma & Yonelinas (2016) concluyó que el estrés agudo afecta negativamente tanto a la memoria de trabajo (un sistema con capacidad limitada que es responsable de retener la información temporalmente hasta que sea procesada, por ejemplo, recordar el 12 y el 26 hasta obtener la suma mentalmente) como a la flexibilidad cognitiva (la capacidad que tiene el cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamientos para ajustarse a los cambios del medioambiente, por ejemplo, dejar de pasar por una calle por la que siempre has ido si por a o b motivo se volvió peligrosa). Otro estudio por Starcke et al. (2016), concluyó que el estrés agudo inducido en el laboratorio afectó negativamente el desempeño de los participantes en pruebas de atención e inhibición, manejo efectivo de tareas, planificación y codificación de la información. 


Finalmente, otros estudios indican que inducir estrés justo antes de una prueba impide el proceso de recuperación de memorias, tanto las asociaciones estímulo-respuesta (Guenzel, Wolf & Schwabe, 2013), como las memorias declarativas (Kuhlmann, Piel & Wolf, 2005). Es por eso, que si estamos muy estresados durante una prueba o una entrevista de trabajo, se nos olvida lo que habíamos estudiado o lo que habíamos planeado decir. 

¿Por qué es importante estudiar como interactúan el nivel socioeconómico, el estrés y las funciones cognitivas en el Ecuador?
Investigar el papel del estrés como mediador en la relación entre el nivel socioeconómico y el desarrollo de las funciones cognitivas en niños y adolescentes es de especial interés para nosotros aquí en el Quito Brain and Behavior Lab. En el Ecuador, hay una gran disparidad en el nivel socioeconómico de los ciudadanos, y al lograr un mejor entendimiento de cómo se relaciona este factor con el estrés, el desarrollo cognitivo de los niños y adolescentes ecuatorianos y otros factores, podremos, como país, empezar a divisar planes de acción para evitar que la disparidad socioeconómica se vuelva también una disparidad en las funciones cognitivas de los ecuatorianos.

Escrito por Sarahi Pontón
Pasante en el Quito Brain and Behavior Lab 

Referencias
Frodl, T. & O’Keane, V. (2013). How does the brain deal with cumulative stress? A review with focus on developmental stress, HPA axis function and hippocampal structure in humans. Neurobiology of Disease, 52, 24-37.

Guenzel, F.M., Wolf, O.T. & Schwabe, L. (2013). Stress disrupts response memory retrieval. Psychoneuroendocrinology, 38(8), 1460-1465.

Herman, J.P., McKllveen, J.M., Ghosal, S., Kopp, B., Wulsin, A., Makinson, R. … & Myers, B. (2016). Regulation of the Hypothalamic-Pituitary-Adrenocortical Stress Response. Comprehensive Physiology, 6(2), 603-621.

Kuhlmann, S., Piel, M. & Wolf, O.T. (2005) Impaired Memory Retrieval after Psychosocial Stress in Healthy Young Men. The Journal of Neuroscience. 25(11) 2977-2982.
Lazarus, R.S. (1966). Psychological stress and the coping process. New York: McGraw-Hill.

Lupien, S.J., King, S., Meaney, M.J. & McEwen, B.S. (2000). Child’s stress hormone levels correlate with mother’s socioeconomic status and depressive state. Biological Psychiatry, 48(10), 976-980. 

Maneschijn, I., Koper, J.W., Lamberts, S.W. & van Rossum, E.F. (2011). Evaluation of a method to measure long term cortisol levels. Steroids, 76(10-11), 1032-1036.
Schneiderman, N., Ironson, G. & Siegel, S.D. (2005). Stress and Health: Psychological, Behavioral, and Biological Determinants. Annual Review of Clinical Psychology, 1, 607 – 628

Shields, G.S., Sazma, M.A. & Yonelinas, A.P. (2016). The effects of acute stress on core executive functions: A meta-analysis and comparison with cortisol. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 68, 651-668.

Stalder, T. & Kirschbaum, C. (2012). Analysis of cortisol in hair-state of the art and future directions. Brain, Behavior, and Immunity, 26(7), 1019 – 1029. 
Starcke, K., Wiesen, C., Trotzke, P. & Brand, M. (2016). Effects of Acute Laboratory Stress on Executive Functions. Frontiers in Psychology. 7, 461

Vliegenthart, J., Noppe, G., van Rossum, E.F.C., Koper, J.W., Raat, H. & van den Akker, E.L.T. (2016). Socioeconomic status in children is associated with hair cortisol levels as a biological measure of chronic stress. Psychoneuroendocrinology, 65, 9-14

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